San Pedro Garza García
En 2024, las estadísticas a nivel nacional señalaron un aumento de hasta el 60 % en las infecciones hepáticas, lo que pone de relieve la importancia de adoptar medidas cotidianas para evitar el contagio y proteger la salud individual y colectiva de toda la población mexicana.
La conmemoración del Día Mundial contra la Hepatitis, este 28 de julio, invita a reflexionar sobre la necesidad de fortalecer la prevención ante el incremento de casos en el país.
En el marco de esta jornada internacional, establecida en 2010 por la Organización Mundial de la Salud, el gastroenterólogo Manuel Cornejo, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Monterrey, abordó el impacto de esta enfermedad, destacando la necesidad de concientizar sobre sus riesgos y formas de prevención.
Cornejo explicó que la hepatitis es la inflamación del hígado, o parénquima hepático, que puede ser aguda o crónica. Las causas son variadas, aunque las infecciones virales son las más comunes.
“Esta puede ser, pues, tanto aguda, puede ser una hepatitis crónica, puede tener muchas causas, realmente no solamente hay causas infecciosas, que sí son las más comunes, las hepatitis virales”, detalló el especialista. Dentro de estas, están las hepatitis A, B, C, D, E y algunas otras, como hepatitis no infecciosas.
El experto también mencionó causas no infecciosas, como las autoinmunes, donde el cuerpo ataca al hígado, o las tóxicas, que incluyen el consumo de alcohol o medicamentos como el paracetamol en dosis elevadas. También se refirió a las hepatitis por drogas y otras causas más raras, como las hereditarias o metabólicas.

En cuanto a las diferencias y formas de transmisión, Cornejo indicó que la hepatitis A es una infección aguda que no se cronifica. Generalmente, se observa en niños y jóvenes y se transmite por la vía fecal-oral, es decir, a través del consumo de agua o alimentos contaminados.
“Esta hepatitis, si bien la gran mayoría de los casos es autolimitada, nos referimos a que nuestro mismo cuerpo, nuestro mismo sistema inmunológico la combate”, afirmó el gastroenterólogo.
“Sí hay un porcentaje mínimo, pero que sí hay un punto uno por ciento que pueden llegar a desarrollar una hepatitis fulminante, una falla hepática aguda, y en ocasiones puede llegar a requerir un trasplante hepático”, indicó.
A diferencia de la hepatitis A, las hepatitis B y C pueden ser tanto agudas como crónicas, afectando principalmente a adultos. La hepatitis B se transmite por sangre, relaciones sexuales sin protección y de madre a hijo, con un 5 a 10 % de los casos que se vuelven crónicos.
La hepatitis C, por su parte, se transmite principalmente por sangre, siendo un factor de riesgo las transfusiones antes de 1995 (cuando aún se carecía de pruebas de escrutinio para las hepatitis C a la E que garantizaran sangre segura) y el uso de drogas intravenosas.
“La hepatitis D, realmente solo puede infectar a pacientes que ya tengan una hepatitis B previamente, y esto lo que puede condicionar es que agrava la infección”, puntualizó Cornejo.
“Y la hepatitis E, pues, se transmite así como la hepatitis A, también igualmente con vía fecal oral, y habitualmente esto lo vemos en áreas con zonas con una deficiente saneamiento, y este sí es un poco más riesgoso en pacientes embarazadas”, advirtió.

El especialista destacó que, aunque todas tienen cierto nivel de peligrosidad, en fase aguda las más riesgosas son la hepatitis A y B. En cuanto a las crónicas, la hepatitis B y C pueden llevar a cirrosis o cáncer de hígado a largo plazo.
Los síntomas iniciales de la hepatitis suelen ser vagos, como cansancio, náuseas, vómitos y dolor abdominal, especialmente en la parte superior derecha. Sin embargo, los signos más claros incluyen la coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia), orina oscura y heces claras.
“Ya cuando empezamos a sospechar un poco más de que ya tenemos un cuadro relacionado al hígado o que pudiera estar relacionado al hígado como una hepatitis, es cuando ya empezamos con la coloración amarillenta de los ojos, de la piel, la orina se torna un poco más oscura”, detalló.
“Las heces se tornan claras, se hace un síntoma, un signo que se llama acolia, que es como la coloración blancuzca de la evacuación, y también puede haber fiebre y pérdida del apetito”, estableció.
Cornejo subrayó que los grupos de mayor riesgo incluyen a personas que usan drogas intravenosas, quienes recibieron transfusiones antes de 1995 y aquellos con múltiples parejas sexuales sin protección. Las poblaciones con saneamiento deficiente también enfrentan un riesgo elevado de hepatitis A y E.
Finalmente, el especialista enfatizó la importancia de la prevención a través de la vacunación contra la hepatitis B (disponible en el esquema nacional) y A, una higiene adecuada y el uso de preservativos.
Recomendó realizar pruebas regulares, ya que la hepatitis C a menudo es asintomática en sus etapas iniciales y, afortunadamente, cuenta con tratamientos curativos altamente efectivos. La hepatitis B es crónica, pero sí se puede controlar.